martes, octubre 28, 2014

NERUDA EN EL CORAZÓN





                                "ODA DE OTOÑO" 

                RECITAL POÉTICO MUSICAL EN TORNO A PABLO NERUDA




"Era la alegre hora del asalto y el beso"







 Escuchar los versos de Pablo Neruda, ese hijo de obrero ferroviario, o de Ricardo Neftalí, su verdadero nombre de pila, uno de los más destacados e influyentes poetas del siglo XX en legua hispana, escuchar los versos, digo, de este peculiar chileno, premio nobel de literatura, aquí, en pleno barrio de Santiago, ni más ni menos que en la Gitanería, maridando vino, poesía y música, me hace retroceder y me llena el alma al hacerlo, a esa España del 1937 cuando P. Neruda publica un libro, que marcaría un nuevo rumbo a su poesía, titulado : España en el Corazón.

Un libro de poesía que no es más que un grito en contra del fascismo en donde de forma desgarrada denuncia todo el horror y toda la atrocidad de la Guerra Civil española.

Luego, rastreando en su biografía, hurgando en ese estrecho vínculo que el poeta chileno mantuvo con los más destacados poetas y artistas españoles del momento; Lorca, Hernández, Alberti...no es de extrañar que así lo hiciera.

Matan a Federico y España entera gime. Escribe más tarde en sus memorias recordando aquellos trágicos sucesos. Porque no sólo el poeta presencia cómo la sociedad española se desmorona sino que ve como su vida y la de sus más íntimos amigos fueron cayendo bajo la impasibilidad del régimen en el horror y el exilio.

Su relación con Cernuda, Altoaguirre, Alexandre...mujeres como Maruja Mayo o Celia del Carril, -tan importante esta última en su vida- y toda esa pléyade de escritores y artistas que borboteaba por esos años en esa España previa a su desmoronamiento.

¿Dónde están las lilas / y la metafísica cubierta de amapola? 

Otro duro golpe que soportar fue el conocimiento de la muerte de su amigo el poeta Miguel Hernández; enfermo y solo en presidio. El poeta pastor, como él le llamara cariñosamente.

La destitución de su cargo como cónsul en Madrid, su traslado a París desde donde gestionara, apoyado por el gobierno chileno de aquel entonces, la repatriación de más de 2000 exiliados españoles que, bajo su dirección fueron enviados a Chile, no puede ser olvidado en este acto de homenaje.

Como tampoco P.Neruda fuera nunca capaz de olvidar, como así consta en sus memorias, su casa de Madrid. Su añorada casa de Las Flores, allá en la calle Argüelles, que con tanta ilusión adquirió junto a la de su amigo Rafael Alberti. Las reuniones y fiestas, las alegres e innumerables tertulias que solían prolongarse hasta el amanecer.

pero eso era en otro tiempo. La Guerra -escribiría en sus memorias- se lleva hombres y ventanas, muros y mujeres, y deja tumbas y deja heridas...

Y son esas heridas del poeta las que se van vertiendo palabra a palabra, verso a verso en este libro que hoy traigo a colación
Diseño de Celia Aguilar de Rueda

Testimonio de un episodio trágico de nuestra historia, que hoy, en esta Oda de Otoño, aquí en Jerez, en pleno barrio de Santiago, entre vino, poesía y música he querido retrotraer a la memoria.

Y así, con estas palabras recordatorias, sin más, doy por abierto el acto, dando las Gracias de todo corazón a la Gitanería, a los poetas, a los músicos y a todos los que esta tarde os habéis congregado en torno a  P. Neruda.


                                                        Isabel de Rueda

José María Soto en un momento de la presentación 
                                            "Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy"

El compositor y guitarrista chileno, Simón González en uno de los momentos mágicos de su actuación 

                                        " Desde hace mucho tiempo la tierra te conoce "
                                       
                                           


 Mariela González acompañada de Simón y Cristián  Martinez 


                                              " Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy.
                                                El río anuda al mar su lamento obstinado "










                    TENGO MIEDO

    Tengo miedo. La tarde es gris y la tristeza
    del cielo se abre como una boca de muerto.
    Tiene mi corazón un llanto de princesa
    olvidada en el fondo de un palacio desierto.

   Tengo miedo. Y me siento tan cansado y pequeño
   que reflejo la tarde sin meditar en ella.
   (En mi cabeza enferma no ha de caber un sueño
    así como en el cielo no ha cabido una estrella.)

   Sin embargo en mis ojos una pregunta existe
   y hay un grito en mi boca que mi boca no grita.
   No hay oído en la tierra que oiga mi queja triste
  ¡abandonada en medio de la tierra infinita!

   Se muere el universo de una calma agonía
   sin la fiesta del sol  o el crepúsculo verde.
   Agoniza Saturno como una pena mía,
   la tierra es una fruta negra que el cielo muerde.

   Y por la vastedad del vacío van ciegas
   las nubes de la tarde, como barcas perdidas
   que escondieran estrellas rotas en sus bodegas.

   Y la muerte del mundo cae sobre la vida.


  Pablo Neruda, del libro: Crepusculario

















domingo, abril 20, 2014

Horquillas en la Ventana

Recién salido del horno, os presento mi nuevo libro; Horquillas en la ventana. Un libro donde la poesía y el flamenco se dan la mano. Lleva insertado ilustraciones de mi amigo Chencho Ríos Zocar, además de un precioso epílogo escrito también  por él.

El libro ha sido publicado por la editorial sevillana Los libros de Umsaloua. Aquí os dejo un adelanto del mismo.

A MODO DE INTRODUCCIÓN








:

    Horquillas en la ventana es un poemario de carácter intimista que nace desde la más absoluta introspección y nace fundamentalmente como un acto de amor.

   Un libro inspirado en ese hondo palpitar que es el flamenco y que pretende a su vez ser un pequeño homenaje a la tierra donde he nacido y me he criado, que es Jerez y que se extiende, como no podía ser menos, a las restantes provincias que conforman Andalucía.


   Se trata de una serie de pequeños poemas, que así, al modo del la pintura impresionista, recoge  pequeñas pinceladas, retazos de emociones vividas a través de esa genuina manifestación artística que es el flamenco y todo lo que éste engloba en su vertiente más profunda.

   Un libro que se ha ido gestando verso a verso, no como lo pudiera hacer una entendida o especialista en el flamenco, que no lo soy, sino desde el sobrecogimiento que este arte me produce.

   Sentir la cicatriz de una herida en un quejido, el desgarro de una seguirilla o el fulgor del martinete, tenebrosa región -como diría Caballero Bonald- premonitoria del vacío...es lo que ha provocado que no mis noches, sino mis versos se vistan de corinto, en alusión a  Luis de la Pica, en este libro que de cierta manera se aleja de mis anteriores libros, no tanto en su forma, aunque sí en el tema, acaso más localista pero que al igual pretende, como así mismo es el flamenco la trascendencia.

   No sé si este libro hubiera sido posible de yo no haber procedido de un barrio tan gitano, tan mestizo y emblemático como es el barrio de San Miguel.

   No sé si hubiera sido posible, de no haber jugado de niña en la Plazuela, de donde era oriunda mi madre, transitado sus calles, la humilde casa de vecinos donde mi abuela me colmaba de besos en las asiduas visitas semanales, allá en la calle Acebuche, en donde un patio de vecinos me mecía con su arcaico olor a especias. Sin el recuerdo del caliche en las paredes, sin el búcaro, sin mi abuela, sin las tradicionales zambombas, sin el cante espontáneo que se fraguaba en las fiestas, el baile imprevisto de algún vecino que de pronto perpetraba en mis ojos de niña.


                                                                     

Seguiriya    
                                                                                                                 
Pulsé
este soplo de lluvia con mis dedos
y calle abajo
la guitarra más adentro lloraba...

No era mío este solo empedrar silencios,                                        
no era mío este acorde de rejas,
ni este sobrio baile de tristeza y muerte.
No era mío, pero estaba
tan dentro de mí su boca,
su amarilla cárcel en aquel hondo
palpitar helechos,
                    estaba
su figura tan dentro de mí, su cuerpo,
su morena frente almacenada de pesares altos.





Solea 


Arrabales de luna
en las tinajas rotas de sus ojos,
en los lebrillos
de sus horas terribles,
                   donde el arco
de sus cejas negras,
el viento,
la cal y la manzana de su boca,
donde el agua
de las turbias fuentes habitan
en la techumbre de su sola
                            soledad
de arena.







                                   A Dolores Agujeta

Ojos


En la plazuela oscura de tus ojos,
he visto
la insondable estrella que te habita,
la emoción de los astros
en un espasmo trágico de lluvia.
               He visto
la silueta confusa de cien niñas,
el clandestino miedo.

En la plazuela oscura de tus ojos
he visto
el sopor de la fragua,
                   el martinete.




                                                Es cierto que en el Sur tuve dulzuras
                                                                (Concha lago)
                                    

Del tiempo


Me busco en la cañada de una foto,
en el cerro olvidado de un mapa
que habita la memoria de los signos.

Transito,
diviso sus perfiles,
veo a la niña,
                   siento
el musgo en los recodos
ligeros de una calle
                          ya sombría.
Veo a la abuela,
el patio de vecinos, esa reja
                    y me detengo
detrás de la muralla,
entre las frescas parras de aquel atrio.

El tiempo, entonces, ya no es tiempo...

Son jazmines las horas,
son campanas trocadas, acebuches
adoquines dormidos en el radio
celeste de algún hule.
                       Delantales
de búcaros y lunas.

El tiempo, ya no es tiempo donde abrazo
tu nombre en un maullido
                                   tristísimo de ausencia.                                          






Isabel de Rueda










viernes, marzo 14, 2014

Domingo F. Faílde In Memoriam

                                                       DOMINGO F. FAÍLDE

                              RECORDANDO AL POETA, RECORDANDO AL AMIGO

 Conocí a Domingo F. Faílde allá por el 2006 de la mano de la que fuera su última e inseparable compañera, amiga en este transitar poesía que es Dolors Alberola. 

Recuerdo que me impresionó sus maneras, su porte elegante y ese profundo acento machadiano que envolvía  sus gestos.




    El amor le había arrastrado a la ciudad del vino dejando atrás  Algeciras, y con ello, todo un largo camino de afectos y desencuentros.  

El amor lo había salvado, no se cansaba de repetirlo, así como que la poesía era un mal que bellamente se había instalado en su cuerpo, un virus, decía, una enfermedad que él mismo asumía y lidiaba sintiendo los envites de sus flechas,  las cornadas que apuntan en el espejo de tu propio yo, y van a dar al blanco mismo de tu centro.

Así pronto abrazamos el comienzo de una gran amistad. Poco a poco intercambiamos risas, anduvimos por nocturnas playas la poesía,desvelamos gestos, confidencias...

 Felices de ser  testigos de su boda fue que celebramos hartos solsticio;  Eros, Virgilio, Prometeo…-no sé por qué, nunca  equinoccios-




Y Así celebramos la Boda... 

Una boda de poetas como lo fue ésta es algo inefable, difícil describir…

Recuerdo a mi hija Lucía, tan joven, en esa ondulada ofrenda, ese rito de las  alas de Isis derramando nuevos versos a los novios…esos novios poetas que consagraban su amor y lo hacían invocando al Parnaso de ese templo que para ellos, indudablemente es la Poesía.   











                               
Acaso, también soñó con ser cantante de rock 



 Y con todo ello, la implicación. Los afectos anudados en esa vocación grupal de románticos viajeros en el que nos habíamos convertido. 

La palabra crisis no se escuchaba por aquel entonces, de ese modo,  me recuerdo, armando y desarmando maletas. La música, la poesía, nuestra afición al arte… 
emprendiendo e ideando numerosos viajes.  

 Recorriendo cañadas, 
viejos vestigios,  pueblos, castillos,
almenas,… 
increíbles y soñadas ciudades. 
Así que nos fuimos poco a poco conociendo.






        
El Señor Fabiani, uno de sus heterónimos
Adentrándonos más los unos a los otros, desvelándonos aún más en nuestras grandezas y miserias…como si de un cadáver exquisito se tratara, adentrándonos  en ese largo abismo que ciertamente nos habita. 





  He de confesar que de él aprendí mucho más que en los libros.  Humilde, generoso, gran conocedor de la literatura española, siempre locuaz, anárquico de corazón.  Su  vasta erudición grecolatina le llevaba, la más de las veces, a dejarnos atónitos, boquiabiertos, oyéndole  recitar como a nadie, hermosos  fragmentos de la Eneida, por supuesto, en latín, lengua muerta que él hacia resucitar para gozo y deleite nuestro.



 Probablemente las casualidades nos existan. Y que él, ellos, entraran  así  en mi vida, en nuestras vidas, acaso  tuviera su razón de ser.

Lo cierto es que  después de una larga y cansada  pausa por los que  anduvimos  por un largo  tiempo distanciados… la divinidad, acaso la intuición quiso que un día, José Mari y yo,  le fuéramos a visitar la noche antes de que el poeta  entrara en ese inducido coma, del que luego nunca  más  lograra despertar.






Sólo decir de esa noche que llovía. Un fuerte viento invernal asolaba el espacio. No obstante, todo fue relativamente hermoso...Nos saludamos, con fuerte gesto contenido nos gastamos alguna que otra  broma, evocamos  instantes, pequeños pasajes ya vividos, nos dijimos un hasta luego, que como un sello quedará grabado en la  memoria.


                                    



 Domingo F. Faílde, ha muerto pero no en nosotros. Allí, sentado en la sombra de ese árbol de celindo que arropó su infancia permanecerá  en todos los que un día  le admiramos y le quisimos.

 No ha muerto el caballero de la rosa, el señor Fabiani ni todos sus heterónimos porque su obra, y ésta es la grandeza de los grandes, tiene vida propia y ella ya se ha encargado de resucitarle.  






Este es un poema que nunca quise haber escrito.


Esta tarde las olas han dejado
en un folio el relieve
herido de algún templo,
las vestales de dunas,
allá en Baelo Claudia.
Ha dejado en un folio
la silueta herida de un ángel
y una rosa y una pluma,
el escudo
            de un árbol
ha pintado,
esa lágrima rota en un celindo,
donde nunca la sombra
donde siempre la luz.


Isabel de Rueda
































domingo, enero 12, 2014

Nube, un Mar de Mujeres. Antología de Poesía Femenina

Una selección realizada por la poeta Rosario Troncoso  y editada por Ediciones en Huida en su colección Flor escogida. 
Índice de poetas
Amaya Blanco, Ana Isabel Alvea, Ana Pérez Cañamares, Ana Rodríguez Callealta, Carmen Moreno, Inma Calderón, Isabel de Rueda, Isabel Ordaz, Josefa Parra, Julia Conejo, Luisa Futuransky, Olga Bernad, Raquel Lanseros, Rocío Hernández Triano, Rosario  Perez Cabaña, Sara Castelar

Prefacio: Antonia Viñez Sánchez

Con las poetas: Carmen Moreno, Rocío Hernández Triano, Inma Calderón, Isabel de Rueda, Rosario Troncoso

presentación de Nube en Sevilla




Declaración de intenciones y agradecimientos


    Quiero pensar que coordinar una antología es siempre una bonita labor y un acto de valentía, para ensombrecer mis propios pasos y los ajenos, ni caer en los malos presagios sintiendo que, quizás, todo aquello que emprendo, son temeridades. Valientes o no, Nube es un capricho muy personal. Y así ha de considerarse.                                                                                                                                         

     Los amigos de Ediciones en Huida han confiado en mi trabajo, respetando y apoyando mi decisión de seleccionar un puñado  de nombres, de mujer en este caso concreto, de la poesía que se hace hoy y ahora,uniéndolos en un solo libro. Voces distintas, diversas pero no dispersas, sino formando parte de un   proyecto que es todo un regalo.                                                                                                                                   
       Suele decirse,  la más de las veces para quedar bien con aquellos autores que no se encuentran en índice de una antología,  que son todos los que están,  pero no están todos los que son. Me uniré a esta fórmula tópica, para quedar bien también, si es posible, pero porque así  lo siento. Y es que son, seguro, muchas compañeras las que no están, muchos nombres que están fuera. Pero no descarto, si es   que perdonan el agravio de no haberlas elevado a ser nubes conmigo desde el principio, incluirlas en otro   volumen. Todo se andará.
                                                                                                                                                         
     Pero ahora, son las que son, y el criterio es el rigor y la calidad, siempre.                                                      
     Tengo la suerte, y el honor, de que algunas sean amigas personales.  Otras, aún virtuales. Pero todas, han llegado a mí a través de los cauces de la admiración que me inspiran como autoras, a través de su labor   literaria. Todas inspiran, me inspiran.Y es una gloria compartir el sueño con ellas.                                   

    Por eso, no me queda otra que agradecerles profundamente que me hayan permitido contar con sus versos, piezas necesarias para montar este puzzle precioso. Poetas completas, todas, cuyo éxito y proyección sobrepasa los límites del pesimismo recalcitrante empeñado en ver en la Poesía un género menor. No lo es.   

Nube es uno de esos libros que yo quisiera encontrar en una librería. Y aquí está.

Gracias a todas las que estáis, amiga. Por estar y por ser.

Gracias a Ediciones En Huida, por toda la paciencia, por el respeto y por hacer de la Literatura un lugar confortable.

Es todo. Para todos.

                                                                
                                                                                               Rosario Troncoso
                                                                                                      Puerto Real, noviembre de 2013