jueves, mayo 17, 2018

Libro Homenaje a Lorca Karima Editora

Poeta en Nueva York  Poetas de Tierra y Luna (colección Tabacaria de la editorial Karima Editora, dirigida por la poeta Sara Castelar Lorca) 
  Se trata de un precioso libro en  homenaje al poeta  Federico García Lorca y a uno de sus más enigmáticos
libros "Poeta en Nueva york", siendo éste el tercero de esta exquisita colección; los dos anteriores dedicados a Fernando Pessoa y Cesar Vallejo respectivamente y todos ellos ilustrados con los excelentes dibujos del pintor  Ricardo Ranz. 
 
 
Un libro en el que además de llevar incluido el libro íntegro de Poeta en Nueva York se invita a 36 poetas de diferentes nacionalidades de  habla hispana a participar  con un poema inspirado en uno de los 36 poemas que lo componen: Poetas de Tierra y Luna.
 
 
 
 
 El libro, además, contiene un interesante prólogo de Eutimio Martín
 
 
Un enorme privilegio de formar parte de este homenaje en forma de libro que se brinda al poeta granadino y a su tan fascinante obra.  Necesario recordar que desgraciadamente,  tuvo que ser  publicado de forma póstuma en el 1940 por dos editoriales y países diferentes: Nueva York y  México, y, como se encarga de aclarar en el prólogo Eutimio Martín, con algunas diferencias y notables irregularidades.  
 
 
ASESINATO
DOS VOCES DE MADRUGADA
EN RIVERSIDE DRIVE
 
¿Cómo fue?
Una grieta en la mejilla.
¡Eso es todo!
Una niña que aprieta el tallo.
Un alfiler que bucea
hasta encontrar las raicillas del grito.
Y el mar deja de moverse.
¿Cómo, cómo fue?
Así
¡Déjame! ¿De qué manera?
Sí.
El corazón salió solo.
¡Ay, ay de mí!
 
 
                            
 
                         New york                              
 
Oficina Y Denuncia
 
                                                                                  A Fernando Vela
 
Debajo de las multiplicaciones
hay una gota de sangre de pato.
Debajo de las divisiones
hay una gota de sangre de marinero.
Debajo de las sumas, un río de sangre tierna.
Un río que viene cantando
por los dormitorios de los arrabales,
y es plata, cemento o brisa
en el alba mentida de New York.
Existen las montañas, lo sé.
Y los anteojos para la sabiduría.
Lo sé. Pero yo no he venido a ver el cielo
Yo he venido para ver la turbia sangre.
la sangre que lleva las máquinas a las cataratas
y el espíritu a la lengua de la cobra.
Todos los días se matan en New York
cuatro millones de patos,
cinco millones de cerdos,
dos mil palomas para el gusto de los agonizantes,
un millón de vacas,
un millón de corderos
y dos millones de gallos
que dejan los cielos hecho añicos.
Más vale sollozar afilando la navaja
o asesinar a los perros
en las alucinantes cacerías
que resistir en la madrugada
los interminables trenes de leche,
los interminables trenes de sangre,
y los trenes de rosas maniatadas
por los comerciantes de perfumes.
Los patos y las palomas
y los cerdos y los corderos
ponen sus gotas de sangre
debajo de las multiplicaciones
 

(Fragmento  F. G. Lorca)

martes, mayo 01, 2018

AZUL

 

Hoy que me siento más Azul que nunca, me apetece recuperar este texto que salió publicado por primera vez en la Revista Digital "El Síndrome Felino" en el 2008

 

AZUL

Cuando miro el reflejo azul del cielo o del mar, que viene a ser casi lo mismo, cuando ese sólo color me yergue con su luz y siento que me rapta, pienso en primer lugar, en los ojos de  mi madre como un iris que me absorbe en un hipérbole recuerdo de canciones, una bóveda de ritos, de orales y principescos cuentos donde llueve mi infancia.

Azul de cielo, azul de mar, azul de ojos inmensos y maternales...Pero además, evocar el azul con toda su amplia gama de colores,  matices, formas y tonalidades, me lleva casi sin querer, a otras galerías que diría don Antonio Machado y es así que me sumerjo en no sé qué utópico sueño de ideas extrañas y panteístas, donde sonidos de violines se funden en ese ciclo constante de estaciones, en esa mística ilusión de traspasar el tiempo.

Porque el azul lo que en realidad me evoca, no es más que la maravillosa y extraordinaria idea de la trascendencia.

No es de extrañar que un escritor de la talla de Victor Hugo dijera aquello de I´art c´est l´azur -el arte es azul- hermosa reflexión que se sabe, inspiró el título de ese primer libro que escribiera el genial y entonces joven poeta nicaragüense; Rubén Darío.

Pero es más, cuando pienso en Homero como ese errante poeta ciego, ese aedo inmortal, capaz de conmover con sus bellos cantos a infinitas generaciones, cuando pienso en esa larga, maravillosa y oceánica travesía que supone entrar dentro de cada uno de esos libros: La Odisea y la Iliada, un color, un sólo color subyace, se extrae de esas playas e islas maravillosas donde el cielo refulge en ese escenario donde ninfas, dioses y héroes se desenvuelven, luchan y aman.

Porque el azul es el color del ensueño, dice Ovidio, y el ensueño, pienso -no la idea de Dios, que forma parte de ese ensueño- es lo que hace al hombre trascendente.

Y en este sentir la trascendencia a través del ensueño no puedo más que pensar en un ser libresco, andante y caballero, universal y español que nos enseña a no vencernos en el primer asalto.


 Así la vida me muestre su reverso y una fronda de nubes se empecinen, me tomen en su tormenta y me circundan, así sea el dolor, el miedo y no vea a mi alrededor más que gigantes...Gigantes a los que, pienso, sería capaz de derrotar, siempre que encuentre una ventana, la abra y el azul del cielo y el azul del mar, que viene a ser casi lo mismo, aparezca con su sólo fulgor y me ilumine y me manche y me llene de azul como esas casas lejanas en la montaña, como esa bóveda de hipérboles recuerdos, como ese iris absoluto de madre.

                  Isabel de Rueda