El azul primero
rozando aquel paisaje.
El azul primero recostado,
amante cauteloso poseyendo
toda la sed del hombre que se para,
detiene su coche y mira
el cerro,
la sedosa lluvia de colores
pendiendo allí a lo lejos.
Sin un pincel, el hombre, tan desnudo y solo,
viendo,
como a un paso de sus ojos, la ternura
silvestre se aproxima,
blanca, parsimoniosa
con la grata beatitud salvajes de unas
flores
iluminadas de azul.
Blancas eran, amarillas, tal vez lilas...
El coche detenido y yo allí, sentada
en una piedra
contemplando
2 comentarios:
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